Etapa 21 Labouheyre-Burdeos

Aurelie fue la primera de los muchos “Ángeles caídos del cielo” que en la parte francesa nos fueron ayudando por el camino. Esto no significa que en la parte española no los hubiera, pero de alguna forma ya habíamos contactado con todos ellos, y ya éramos conocedores de su existencia divina.

Labouyeire no estuvo nunca en nuestra ruta marcada, era Mimizan que estaba a 30 km., ciudad que no contesto a nuestras cartas para apoyar la Marcha a Paris. Pero por suerte, alguno de los muchos emails que mandamos a las organizaciones locales cayó en manos de Aurelie. Una madre de familia comprometida y concienciada hasta la medula, que no dudo ni un momento en remover cielo y tierra hasta conseguirnos un lugar donde acoger a 40 personas con sus  respectivas bicicletas. Finalmente el alcalde de Labouyeire, nos cedió un albergue municipal.

IMG-20151201-WA0000Tanto el pueblo como el albergue tenían un encanto especial, y esa noche descanse bien. Supongo que el hecho de dormir en colchón contrarrestó los ronquidos de Juanjo, que justo antes de entrar en la habitación de cinco plazas, nos perjuro al resto (Mauricio, Jorge y Javier) que no era roncador.

Uno de los fastidios de ir con la furgo de apoyo, es que a la hora de dormir no estas tan cansado físicamente como el resto. No tanto como para obviar el zoológico nocturno de silbidos, auyidos y otros sonidos no humanos. Así que cada noche intento ingeniármelas para encontrar un rincón aisalo, o en su defecto intentar que mis compañeros de alrededor no sean Roncadores Premium.

Después del desayuno comunitario y la reunión grupal, la gente se fue marchando escalonadamente, desde los que tienen prisa por llegar, hasta los que no tienen prisa por salir. Cada cual de su padre y de su madre, afrontando la rutina y el reto diario de pedalear 100 km. dirección Norte.

Yo también tenia mi rutina, despedir a todos, terminar de arreglar/recoger el sitio donde habíamos pernoctado, y salir a buscar Wifi como un Jonki. Aunque en Labouyeire decidí cambiar de rutina, y en vez de ir a busca un lugar con Wifi, decidí quedarme en el albergue y conectarme al ordenador con los datos de mi teléfono. Podría costarme caro pensé, pero por el contrario no tendría que perder más de una hora buscando un bar, y en vez de gastar comiendo allí, compraría comida en un super, y al final me saldría más barato.

Así que una vez que se fueron los ciclistas me fui con Milo y Eduardo (de baja) a un super cercano, ellos a comprar cosas para el desayuno comunitario, yo comida y un candado para la furgo, pues el ultimo no aparecía por ningún lado.

Al final entre unas cosas y otras no me puse a trabajar hasta las 11h, eso si una vez puesto, gracias a la tranquilidad del lugar me cundió mucho.. revisar/contestar emails, llamadas de teléfono, actualizar web, redes sociales, etc… Los GPS que llevaban los ciclistas, me ayudaban a ver en tiempo real por donde iban y cuanto les quedaba para llegar, y en función de esos datos, desmontar la oficina portátil y partir al lugar de destino.

Hoy era Burdeos, y el punto de quedada un parque al sur de la ciudad a las 18h, donde nos esperaban miembros de una organización en defensa de la bici, para llevarnos a todos a su local donde nos habían preparado un cocktail de bienvenida, y un apadrinamiento colectivo. La ciudad de Burdeos era otra de los ayuntamientos que no habían contestado a nuestra solicitud, pero esta asociación se movilizo para apoyarnos, arroparnos y entre sus asociados lanzar una iniciativa de “Apadrina un ciclista”.

Al igual que todos estaba intrigado e ilusionado con este plan y no quería llegar tarde. Decidí salir con antelación sobre las 16h, pero todo se confabulo en mi contra.
Justo antes de salir vino una persona responsable del ayuntamiento para revisar las instalaciones. Obviamente se fue contento pues estaba todo limpio y ordenado.
Aproveche para mandarle una foto del albergue cerrado a Aurelie diciéndole que todo estaba Ok y dándole las gracias. Luego fui a poner gasolina pues la furgo estaba en reserva y me costo un buen rato. El Tom Tom de la furgo no encontraba la dirección del parque donde habíamos quedado en Burdeos. En el camino me volvió a para la Gendarmería con todo el ritual de pedir papeles, DNI, explicaciones, comprobación de datos por radio y lo más divertido… ver la cara del poli cuando abro la puerta de la furgo y se ve semejante caos de mochilas y bicis.
Para mas INRI me comí un atasco a la entrada de Burdeos, donde ya perdí la esperanza de llegar a las18h al punto de quedada.

Ese dia iba solo llevando el estrés y la pena conmigo mismo. Realmente no era lo habitual pues entre unas cosas y otras, normalmente había alguien de copiloto. Rafa y Elena para echar un cable con el trabajo diario, Manolo o Agnes por lesiones, o alguno que estaba reventado y necesitaba una jornada de descanso extra.

Cuando llegue a Burdeos tuve que estar dando vueltas por la ciudad, buscando un sitio para aparcar y esperar que alguien me enviara la ubicación del sitio donde estaba la bienvenida. La verdad es que pasó un buen rato, pues desde que cruzamos la frontera a la gente le costaba conectar los datos del móvil y utilizar el Whatsapp del grupo. De hecho el numero de mensajes del Whatsaap había caído un 90% desde entonces, eso si.. hasta que encontraban un lugar con Wifi gratis¡¡

IMG_20151201_193158Finalmente me llego la ubicación. Afortunadamente no estaban muy lejos, y afortunadamente también había un sitio grande para aparcar la enorme furgoneta enfrente del local. Pero desafortunadamente llegaba tarde, ya no para disfrutar del cocktail de bienvenida que aunque fue abundante, no duro ni 5 minutos ante las 40 mangostas en bici después de recorrer 100 km. Llegue un poco tarde para disfrutar de esa fiesta e interactuar con los anfitriones.

Si que tuve un poco de tiempo para conocer al artífice de todo esto, Oliviere, otro “Ángel caído del cielo” el cual no solo organizo lo de Burdeos, sino que escribió a organizaciones de otras ciudades francesas donde no teníamos alojamiento, después de escuchar mis lamentos y preocupaciones.

Aun así, me aguardaba lo mejor, la asignación de familias de acogida a cada uno de nosotros, donde me reí un montón. Yo tuve doble ración de suerte, pues mi “compañero huérfano” con el que compartir habitación era Toñin (no roncador), lo que me garantizaba otra noche de descanso pleno. Pero sobretodo la familia que nos toco era encantadora, Marisa hablaba perfectamente español, y a su marido no le hacia falta para trasladarnos su simpatía.

Su casa estaba cerca del local y fuimos andando, donde nos esperaba otra sorpresa y es que cenábamos con otras familias de acogida y otros compañeros entre los que se encontraban de nuevo Juanjo, Eduardo y Milo.

Fue fantástico compartir mesa, mantel y conversaciones con aquellas personas hasta aquel momento desconocidas, que tan amable y desinteresadamente nos abrieron su casa y corazones, para de una manera simbólica decirnos que: estaban con nuestra Causa, por la Bicicleta, por el Medio Ambiente y por la Sostenibilidad.“Bon courage”, “Bon voyage”, “Chance à Paris”

Relato escrito por Héctor

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