Las migrantes y el cambio climático
Según la Wikipedia fue en Oriente Próximo hacia el 8500 a.C. cuando se empezó a utilizar la agricultura y poco a poco se fue extendiendo a otras regiones del planeta. Este hecho supuso un punto de inflexión, permitió que las primeras comunidades humanas se convirtieran en sedentarias y provocó uno de los primeros grandes saltos demográficos. Todo ello fue posible porque el planeta entraba en una era de estabilidad climática, en la que las temperaturas eran más templadas y el clima era predecible.
Uno de los efectos más demoledores del cambio climático es que altera el patrón de las estaciones y el régimen de lluvias, así como los fenómenos extremos. Esto tiene una consecuencia directa sobre la agricultura, si no llueve cuando tiene que llover, si cuando tiene que hacer frío hace calor, los cultivos se arruinan. A nadie se le escapa que esto significa hambre, hambre para miles de personas que en el presente ven como sus tierras se convierten en eriales y tienen que emigrar. Hambre para miles de personas que pierden sus hogares arrastrados en una riada. Y hambre para los que pierden sus pueblos por el aumento del nivel del mar. Hoy estas personas se cuentan por miles pero en un futuro tristemente cercano se contarán por millones.
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En una Europa ahora rodeada de alambradas, de espaldas al sufrimiento de los refugiados y atrincherada en la xenofobia y la indiferencia, cualquier organización ecologista que se precie de tal, debe mostrarse sensible a esta realidad. Atrás quedó la perversa dicotomía del siglo XX que predicaba que había que escoger entre el derecho a un medio ambiente sano y los derechos humanos. Hoy sabemos que las crisis ecológicas están directamente relacionadas con la pobreza porque como Vandana Shiva dijo, en este siglo el derecho a la alimentación será el más natural de los derechos y el que tiene más probabilidad de ser vulnerado.
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Cuando estábamos inmersos en los preparativos del evento del 8 de Octubre, quisimos preparar un detalle especial para agradecer a nuestros amigos su apoyo incondicional, una bolsa de tela serigrafiada con una de las ilustraciones de Lorena Quilo (véase las fotos) que generosamente nos cedió. Ella nos hizo llegar una veintena de ilustraciones y de entre todas ellas, de manera intuitiva todos nosotros escogimos tres. En las tres se representaban escenas que hacían referencias a la sequía y a las migraciones y en las tres, las figuras protagonistas eran mujeres. Con una exquisita sensibilidad Quilo representa una realidad indiscutible, uno de los sectores más vulnerables a los efectos del cambio climático son las mujeres.
En Asia y África el 80% de las personas que trabajan en la agricultura son mujeres. Y por lo tanto son ellas las que cuando llega la sequía tienen que caminar más lejos para conseguir agua. Lo mismo sucede con otras labores como recoger leña o la pesca. Y finalmente cuando las familias tienen que emigrar, las mujeres y los niños lejos de sus hogares y comunidades son sumamente frágiles y son las primeras víctimas de violaciones y de las mafias internacionales de trata de personas.
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La ilustración de la bolsa que obsequiamos: “Las migrantes”. Mujeres con sus hogares a cuestas, es la metáfora de un mundo trastornado por el cambio climático. Un mundo donde las estaciones se desdibujan y todo pasa a ser incierto. Por eso, porque sabemos que las migraciones son una de las consecuencias más abrumadoras de este problema, desde AMA no queremos darle la espalda y por ello un 10% de lo recaudado en mi grano de arena para el documental de la Marcha en bici Marrakech está destinado a la Asociación Intercultural Candombe, una pequeña asociación de intachable trayectoria y comprometida con la integración cultural de las personas migrantes.
Por todo ello y porque todo son buenas razones te invitamos a apoyarnos en Mi grano de arena.
Tu donativo lo usaremos para transformar las conciencias que cambiarán el planeta.
Por Elena Krause