LARACHE – MOULAY BOUSSELHAM – KENITRA – RABAT
Pocas cosas hay tan reconfortantes como arrancar una sonrisa a alguien y provocar, aunque sea, un instante de felicidad. Y no es tarea fácil. Así abandona la Marcha a Marrakech la marinera y cercana, en lazos históricos y culturales, la localidad de Larache, entre sonrisas y saludos de niños camino del colegio, y mayores en sus quehaceres cotidianos.
La policía marroquí nos acompaña hasta las afueras de la ciudad y pronto accedemos a la carretera secundaria entre campos de cultivos, una tierra oscura y fértil discurre a lo largo de todo el camino. Patatas por aquí, una parcela recién arada por allá, un campo de pimientos a medio sembrar… Algún maizal se deja entrever y las cuadrillas de trabajadores laborando conforman un variado y colorido paisaje bajo un sol radiante y un nítido cielo azul.
Tras unos kilómetros divisamos el atlántico al fondo, nos regala una idílica imagen en un contraste de verdes, azúles y terrosos, separados por la línea del horizonte. En mi afán por identificar todos los cultivos que nos vamos encontrando, de repente hay uno que llama la atención, ¿Son garbanzos? La planta parece siminlar, pero no es la misma… Al fondo una persona que trabaja en la tierra, gira con una pala las raíces de esta planta, y aparecen ante mis ojos una extensión de pequeños frutos dorados: cacahuetes! Me acerqué para observar de cerca este espectáculo nunca antes acontecido en mi vida, el cultivo y trabajo del cacahuete era algo hasta ahora nuevo para mí, y quise ir más allá salí del camino para dirigirnos hacía el sembrao.
Los niños nos miran a nosotros y a nuestras bicis con una mezcla de curiosidad y cierto temor que les hace mantenerse a una prudente distancia. Saludamos al campesino y nos invita a coger cacahuetes del mónton que ya había cosechado y así lo hacemos, mientras preguntamos sobre la faena del cacahuete para saciar nuestra curiosidad.
A continuación, volvemos al camino que dejamos atrás para perseguir a la Marcha entre los sembrados con presencia policial en los cruces, estampa habitual de estos días. Así los kilómetros van discurriendo plácidamente. Pero poco a poco el sol comienza a castigar, un viento cálido y a ratos intenso hacen que pedalear se vaya complicando cada vez más. Comenzamos a vislumbrar que lo que en teoría iba a ser una etapa fácil y corta, no sería ni lo uno, ni lo otro.
Ya en el km 35 (sobre los 30 que en Larache nos dijeron que era la distancia de un lugar a otro) y ni rastro de la marisma ni del pueblo donde debía culminar la etapa: la temperatura seguía subiendo y el viento no cesaba, a veces de frente, a veces de costado.
Encima ni rastro de algún poblado donde conseguir agua o comida, y a consecuencia de esto, algunas personas del grupo las sufrieron.
El calor y la fatiga iban haciendo meya cuando al subir uno de los numerosos “subebajas” que se sucedían por el camino, se divisa de fondo la Marisma de Mulay Bousselham. Alentados por esta visión afrontamos con calma los últimos kilómetros bajo un sol de justicia y con el agua de los bidones más parecido al caldo que a otra cosa.
27 de octubre y a 35°C a orillas del Atlántico Norte y me planteo: ¿Aún hay quien no cree en el Cambio Climático? Llegamos a la ansiada parada y la vista que obtenemos es espectacular, por la marisma y por las dunas, esto compensa cualquier derroche de esfuerzo realizado en este día, los más de 50 km recorridos y las huellas del sol en la piel de cada uno de nosotros.
A la mañana siguiente, con el descanso acontecido en un camping, despertamos inquietos por la nueva etapa que tendrá lugar desde Moulay Bousselham hasta Kenitra, uno de los puertos del río Sebou.
Más de 90 km nos esperaban en esta ocasión y tras la experiencia del día anterior y una previsión meteorológica nada alentadora, todas las personas estaban espectantes ante la amenaza de una nueva estapa dura de calor y el cúmulo de kilómetros.
La Marcha comienza temprano, rodeamos la laguna y tomamos la carretera P42/4 que resultó ser, para disfrute de los ciclistas, una carretera bastante despejada de tráfico pero con el firme muy desgastado en algunos tramos, llegando en algunos tramos también a estar sin asfaltar.
Una parte del grupo quedó rezagado para coger fuerzas con un buen desayuno y hubo quien optó por atravesar la laguna en barca para disfrutar del paisaje desde esta perspectiva y de paso acortar unos kilómetros. Entre campos de cultivo, pequeñas poblaciones y algunos invernaderos de plataneros.
El grupo rodó a buen ritmo, de modo que entre las 1 y las 2 del medio día, la gran mayoría ya estaba parando para almorzar en una población a menos de 30 km de Kenitra, habiendo sufrido un intenso viento de costado, que por ver el lado positivo, mitigaba las altas temperaturas.
Se reanuda la Marcha de forma escalonada y tras varios kilómetros se vislumbra la ciudad establecida como el siguiente punto en el camino a Rabat al fondo, mientras pedaleamos paralelos al río Sebou que nos ofrece bellas estampas. Lo cruzamos por un puente a la entrada de Kenitra y nos sumergimos en el caos de tráfico y gente de esta ciudad hasta llegar a nuestro alojamiento. Finalmente no fue tanfiero el León.
Importante fecha para la Marcha en bici a Marrakech se despierta en la mañana del 29 de octubre, en este día llegamos a Rabat, la capital del país alahuita que nos acoge en esta travesía. Se decide salir temprano y rodar siempre en grupo, compacto, parando a la entada de la capital para que la policía nos acompañe facilitando el camino. Las chicas encabezan la marcha a modo de reivindicación.
Tras pasar por el puerto pesquero de Kenitra recorremos varios kilómetros por una carretera secundaria paralela a la costa que discurre entre pinares y bosque mediterráneo bastante agradable para rodar. Contectamos con la N1 y en seguida la dejamos para continuar pegadas a la costa.
Después de una pequeña parada en la que los marroquíes vuelven a hacer gala de su hospitalidad ofreciéndonos sardinas asadas, proseguimos con nuestro camino.
Somos calurosamente acogidos por los rabatíes viviendo uno de los momentos más emocionantes de la Marcha, incluso ciclistas se unen a nostros para llegar a la Torre Hassan II, el lugar establecido de llegada para atender a los medios de comunicación presentes, antes de alcanzar nuestra sede temporal para el día de descanso: El Colegio Español de Rabat.
Texto cortesía de Juan Carlos Sánchez Martín.