En la Conferencia de Cancún, cumpliendo con el Acuerdo de Copenhague, todos los países industrializados y más de cuarenta países en desarrollo habían manifestado sus objetivos de reducción de emisiones. El programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente puso de manifiesto que la suma de las reducciones comprometidas cubría únicamente alrededor del 60% de la reducción de emisiones necesarias para alcanzar el objetivo acordado de mantener por debajo de 2º el aumento de las temperaturas.
En el gráfico adjunto se representa este desfase, que en el mejor de los supuestos sería de 8GTC02. Si los países llevan a la práctica sus compromisos condicionales más ambiciosos y están sujetos a normas de contabilidad “estrictas”, cabe esperar que las emisiones mundiales disminuyan hasta 52GtCO2 en 2020 (Caso 4). Las negociaciones no lograron solventar como alcanzar el objetivo establecido, el sistema puesto en marcha en Copenhague tampoco funcionaba. Como resultado de esta toma de conciencia, junto a un importante paquete de medidas, se acordó:
“trabajar en la determinación de un plazo para que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero alcancen su punto máximo y empiecen a descender, sobre la base de los mejores conocimientos científicos disponibles y teniendo en cuenta el acceso equitativo al desarrollo sostenible, y examinar dicho plazo en el 17º período de sesiones de la Conferencia de las Partes”